La Super-Alemanita




La alemanita esplendorosa jugò con sus majestades en plena època de celibato.
Què tiempos aquellos. La alemana, brusca, entendiò que las melodìas de sus pretendientes no eran màs que huecos de amor. Y una mañana, aùn con luna, la extranjera se encerrò en la celda de sus vanidades màs puras (porque la furia ajena, pocas veces la lastima) y dejò que el tiempo le erosione la cara. Aliada de cualquier ejèrcito, logrò escaparse de su misma culpa y colgò su esperanza de un caballo sin princesa. Caballo pobre. Despuès de años eternos, viò su ciudad alejàndose por el Norte y unas dos làgrimas recorrieron su cuerpo como dicièndole Adiòs a la alemanita que alguna vez fue.

No importa que los reyes pases sus mandatos ni que los hijos tengan sus propios hijos... Siempre es tiempo de abandonar la aldea y darle guerra a algùn invasor precoz.


En el Medioevo de mi alma no va a haber paz. Nacimos para ser Libres.

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