La noche azul y su velo de risa.


Cuando pensamos que no le caìamos simpàticos,

el Señor de los Infiernos clavò su mirada y nos regalò una sonrisa pìcara.

Siempre fieles, siempre lamiendo el poder con la punta de la lengua.

Con eso y un par de copas, hemos salvado esta noche triste.



Uno en Mardel.

Soy almidón de azúcar.
Sos nube grosera.

Soy pequeños pieces y rutas bordeando la Cordillera.
¡Sos azúcar en la Cordillera!
¿Me darás tiempo para desligarme?

Soy una pena triste en la húmeda Mar del Plata.
Sos el viento que descansa en el puerto.
Soy la arena fría a la que le lloran los mendigos.

Somos relámpago en el cielo.
Somos la agonía.


De la pista a respirar.





Un toque por si las moscas van, y otro toque por si vas detrás. Ya no hay tiempos de lamentos
¡Ya no hay más!


Me fui a Salta. Vamos Indio, la concha de dios.

Sé un niño alborotado.



Se un niño alborotado.

Te quiero corromper.

Quiero tu inocencia más pura.

Tu luz en dos lágrimas.

Dos lágrimas del vodka más barato.



Están tus labios mordiendo un ají

Y yo sólo pienso:

"Te quiero corromper"



Quiero que seas un niño alborotado.



¡Sé un niño! Es una orden.

Quiero verte discutir con el espejo

Antes de que salga el Sol.

Alborotarte y corromperte.

En un escenario de mutilación

Quiero dilatarte las pupilas

(entre vergüenza y lluvia)

Y comer un durazno mientras vos te masturbás.

Acabar, verte reír y corromperte.

Desnudarme al ritmo de Dylan.

No me mientas, corrompeme.

Cualquier cosa me sirve de excusa.


Esta noche llenará los libros más perversos de la historia.


Llamando por un sueño.

Fue allá por el año 2002, cuando conocí a Juan por extrañas casualidades. En ese entonces tenía teléfono en mi habitación y todos los llamados tenían que pasar por mí antes que por cualquier miembro de la familia. Un día estaba haciendo no sé que pindonga y sonó el teléfono.

- Hola.
- Hola, está _____? (No recuerdo por quien preguntó)

- Quién habla? (Pregunté de chusma*, como siempre)
- Juan, el del sonido.
- Mmmm, Juan te equivocaste de número.

- Uh, bueno discúlpame.
- Sí, chau.
- Chau.

*Chusma= se refiere a ser curiosa, no piensen pelotudeces (Carita TIERNIS)

En sí, fue la conversación típica y desastrosamente estúpida que se tiene cuando llaman a tu casa y es equivocado. Pero volvió a llamar a la hora.

- Hola.
- Hola, está _____?
- Mmmm Juan? (Riéndome de lo estúpido que se puede ser)

- Sí, jajaja.
- Che, me parecen que te chamuyaron con el número.
- Sí, debe ser. O el destino debe querer que te llame a vos. (Juro que me enamoró cuando dijo eso, yo soy de la Logia del Destino, creo en él más que en Gilda)

- Jajaja. Sí, seguramente debe ser eso.

- Che, como te llamás?

- Lucrecia.

- Lindo nombre, eh. Y linda voz también, así de locutora.
- Me llamo Laura. Y no tengo voz de locutora, tengo voz de niña. (Real, tengo voz de niña)
- Bueno, ese también es lindo nombre.

- Ah, bueno…

- Che, qué te iba a decir? (Me acuerdo de eso perfectamente, era su latiguillo. Bah, más que latiguillo lo decía cada tres sílabas)

- Y no sé..
- Te jode si te llamo mañana?
- No, todo bien.

Lo que había empezado como el pelotudo que se comió el verso del “llamame” y le cabió un número falso, se transformó en charlas de mínimo una hora perdiendo el tiempo. Como en el MSN, pero en el teléfono. Y obviamente, que siempre llamó él a pesar de que me había pasado el suyo. Ni en pedo iba a gastar preciosos minutos de mi tarjeta control para hablar con alguien al que le pasaron un teléfono cualquiera.



Juan era sonidista y me acuerdo patente de su voz ronca como si hubiera sido ayer que llamó a casa, esa voz de hombre de la noche, lleno de gatos, mañas y otras fainás me fascinaba. Juan laburaba por todo el país pero una mala jugada de un loco, lo había dejado sin laburo por un tiempo. Por eso teníamos tantas cosas en común, conocíamos los mismos lugares: yo porque andaba por esos lados y él porque laburaba con bandas.

Aunque yo no desconfiaba (en esos tiempos no estaba de moda el secuestro virtual y demás actos delictivos mediante llamados) tampoco me gestaba curiosidad saber como era físicamente o que estaba estudiando. Siempre bastante arriesgada, ahora que lo veo: ¿Y si era un psicópata que tenía todo planeado fríamente, para secuestrarme , torturarme reiteradas veces hasta llevarme a Europa con fines varios? En fin.


Después de hablar tres meses por teléfono, esa imagen de “pobre pibe debe ser un goma total” se había esfumado mágicamente: me caía bastante bien. Era irónico y me retrucaba cada cosa que decía, tenía problemas de todo estilo y por encima de todo estaba tratando de dejar la cocaína. (¡Nunca me llama un Dr. Abogado, un estudiante de Medicina, no sé! Alguien con profesión… siempre tipos con problemas de droga, o problemas judiciales: es un karma)
Termino de depilarme, suena el teléfono.

- Hola Laura?
- Sí, cómo andás?

- Bien, che. Escuchame te parece que nos veamos hoy? Ya sé que es cualquiera pero estoy cerca de tu casa.

- Por dónde andás?
- Flores, en la plaza. (Me llamó de un público! Un amor de hombre)
- Dale, tomate el 85.
- Dale. Estoy con una remera de LOS REDONDOS. (Mi corazón palpitaba.. galopaba.. se moría y volvía a vivir. En ese tiempo estaba muy pelotuda)

Todos saben que yo soy SÚPER PUNTUAL. Siempre soy yo la que llega primero y los demás van cayendo. Pero Juan me había ganado. Estaba muy sentadito en el umbral, mirando la nada. Juro que lo ví y me enamoré. Era alto, más o menos 1.85. Morocho de piel y un peinado tirando a rollinga que no coincidía ni a palos con su edad.

- Hola Juan, soy Laura.
- Petisa! Cómo andás?

- Bien, cómo puede ser que hayas llegado antes que yo?
- Ah, misterio.
- Qué puto!

- Jajaja, qué te iba a decir? Ah, vamos a comprar una birra? Tengo faso.
- Dale.

En el kiosko me contó la madre lo tenía cortito por mandados mal hechos que sufrió en el pasado. Yo por mi parte, le conté que estaba estudiando, que dibujaba y bla bla. Parloteamos un tiempo, hasta llegar a la vuelta de la parada del colectivo.

- Acá?
- Es bastante oscuro pero no pasa la policía y si pasa, no te ve ni en pedo.

Nos fumamos dos gorditos mientras mi persona divagaba historias como siempre. Hasta que me dio un beso. Beso que duró bastante.

Lo que me gustaba de Juan era que no chamuyaba ni nada, excepto esa vez por teléfono. Él iba al grano. Sospechaba por dentro que era una especie de galán dentro de su grupo de amigos, pero era la primera vez que lo veía y no me iba a poner a indagar esas cuestiones. Nos despedimos como viejos amigos y prometí llamarlo. Nunca lo hice. Juan siguió llamando, y nuestras charlas siguieron fluyendo como agua, hasta que nos vimos una segunda vez.


A veces me acuerdo de él, y pienso que realmente nos unió el destino. El mismo destino que unió a Sid y Nancy y a Anna Kournikova con Enrique Iglesias.

Es del único Juan que tengo un buen recuerdo.

Vueltas verdes y rosas.


Me malacostumbré a girar en la oscuridad.

Pero si me decís, llorando, que hay siempre más de un sol.. yo te creería.

Días vitales.


Veo

torrentes de sangre que gotean
lentamente en las caras felices

de los muertos que tengo guardados en el placard.


Son días de sangre,
días apaciguados y conmovidos
(y pasan sentados en el lomo de un caracol)

Sútil.

5 de la mañana. Mirando el cielo tirados en el patio del PH.

YO: Somos un nada del todo, me siento muy chiquita.
Yo teníaganas de apretar una nube cuando era chica o de ver el Sol de cerca.
Pensar que me voy a morir no pudiendo cumplir ninguna de las dos
cosas, es bastante triste. Pero bueno, a veces lo imposible
es lo que hace movernos en la vida.
No sé si hay algo mejor que esto.


ÉL: Sí, garchar.







(Sos tan básico)






Esa fue la causa por la que no te atendí más.