Estos últimos días


Paraísos tan breves que suelo recordarlos al parpadear.

La QuitaPenas



No me dejó seguir pensando.


Sentada tan lejos de mi casa, esperando verla.


Y ahí estaba,

Igual de extravagante que la primera vez

Con su sola presencia alejó toda la mufa,


hizo sonrojar al más pervertido.


Ella da los besos más gourmet de todos.

Fea pero me curtí a tu novio - Introducción

Después del metamorfórico (existe esa palabra? Já) encuentro con la vecinita de Analía, mi vida iba a tomar la autopista hacia el descontrol. Bueno, quizás no tanto, pero algo así. Sufrí un cambio brusco, casi obsceno: cambié delante de todos, fue como un Big Brother. Fue tan precoz y atrevido, que cuando recuerdo eso me indigno y sé que no son cosas para que las viva una nena como lo era yo. De vez en cuando me veo a mí de chiquita y me cuido como si fuera mi propia madre, me da un poco de lástima haber vivido eso. Debe ser ése el instinto de madre del que tanto hablan cuando digo de qué signo soy. Blah, volviendo al tema. Era como estar viviendo mi adolescencia pero con 8 años, una barbaridad. La verdad que lo digo y me da mucha bronca.

En las contestaciones cambié el tono, cosa que no fue muy admirado en mi casco familiar. Empezaron los choques, las peleas, los llantos y la tristeza aguda que siempre me invadía. O sea, que dentro de mí habitaban dos personas que todavía no podía distinguir, seguía estando, aunque muy oculta y sólo se la veía dentro de casa, la sufrida, la buena y por otro lado, la altanera, la provocadora, la de los comentarios fríos e insensible. Se notaba que estaba a punto de estallar lo que sería mi salvación: Megan. Después contaré más.

Con Rocío nos hicimos amigas cuando yo tenía 10 años. Ella era un año menor que yo, pero casi no se notaba. Vivíamos cerca, pero se ve que mi mala memoria es de toda la vida porque jamás la había visto hasta esa tardecita veraniega donde comenzó nuestra amistad donde ella me preguntó cual era mi nombre y casi pisando mi respuesta, me desafió a una carrera en bici. Ese mismo día ya estaba en la casa bailando al ritmo de Thalía en su cocina. Sí, bailaba Thalía. Sin palabras.

Rocío era una nena totalmente femenina, comunicativa, charlatana. No sé en que momento comenzó a ser mi mejor amiga. Cuando nos cansamos de andar en bicicleta, descubrimos que había otro mundo allá afuera, que había hombres, que nuestras hormonas eran otra cosa más que una charla en la escuela. Y junto con todo lo que eso implicaba, su extrovertida personalidad ancló, era el centro de atención de los pibes del barrio por ser desinhibida pero Rocío realmente era bonita, cosa que llamaba aún más la atención de todos.

Estamos tan unidas una a la otra que casi no teníamos otras amigas, siempre éramos ella y yo.

En verano era ley ir al Kiosko a comprar un helado, pero nunca más de eso… éramos chiquitas, que se yo, desde esos días comenzaba la interacción con los pibes del Kioskito. Vimos creer a los más grandes del barrio, y ellos a nosotras. El Gordo del Kiosko puso lo que faltaba: inauguró un metegol (eran los '90, si tenías kiosco, tenías que tener metegol)

No me pregunten cómo, pero siempre terminábamos ahí jugando al metegol, haciendo sociales.

Bah, es simple… imagínense: era verano, el kiosko inauguraba un metegol, teníamos las hormonas revoloteadas. Era lógico que el movimiento del Kiosquero en poner un metegol en verano, fuera un golazo.

Empezamos a pegar onda con los guachos que paraban en el Kiosko del Gordo, no eran mucho más grande que nosotras pero ya estaban en la secundaria: Nos sentíamos unas diosas en parar con ellos ¿qué más podíamos pedir?

Rocío había llegado para quedarse, nos vimos crecer de niñas a semi-adolescentes. Ella fue el puntapié para que yo pueda moldear mi personalidad. Fue mandada del cielo.

Y es más que obvio decir que yo era la amiga simpática de Rocío, la amiga hermafrodita, con la cual podía hacerse la gata (que no es lo mismo que hacerse la gata ahora, pero bueno… algo era) y a la vez podía ir a jugar al metegol.

Cuando digo que Rocío fue mandada desde el cielo no exagero. Gracias a ella nació Megan. Quién es Megan, se preguntarán. Bueno, Megan fue mi archi-enemigo, una contraria a todo lo que yo hacía con la particularidad que convivía dentro de mi mente. Fue el primer doblez fugaz que tuve. La verdad que la primera vez me dio un poco de miedo, pero a través de los años pude comprender gracias a amigos y a otras personas de confianza que era lo que pasaba. Rocío influyó muchísimo en todo. O sea, yo era la amiga pero mi mente giraba cuando estaba con ella y aparecía Megan. Era muy distinta a mí, es más… era muy parecida a Rocío. Por eso debe ser que se llevaban bien. Es raro de explicar, yo estaba ahí presente pero a la vez, no. No era dueña de mis actos. Supongo que después lo entenderán, cuando vean cómo me arrepiento de algunas cosas donde la realizadora era otra y no yo. En fin.

No sé que será ahora de la vida de Rocío. Supongo que debe vivir en el mismo lugar, ya que la vi bajar del colectivo hace unos meses. Labura de promotora, según me dijo un vecino. Pero bueno, es una historia sellada aunque vivimos cosas profundas, en todo sentido, hay cosas e historias que no le contaré a nadie, más que a este blog. Digo esto porque a pesar de que Rocío parecía una niña feliz, yo siempre la percibí bastante perturbada sexualmente, hasta ahora mantengo la sospecha de que el padre abusaba de ella pero es tema para otra historia.